Le dio un
beso salado que presagiaba una amarga despedida, ella no fue capaz de mirarlo a los ojos, lo abrazaba tan fuerte
como queriendo llevarse su piel, su perfume y hasta su alma. Solo ella sabía en
sus silentes palabras, que al dar la
vuelta ya no le vería. El amor para ella estaba prohibido, una vez más el amor se
desvanecía como agua entre sus manos, y la vida se lo arrancaba junto con la
felicidad de saber que existía. ¿Se lo llevó la bruma?, ¿se lo llevó el viento…, se lo llevó la
mentira de vida?, a éstas alturas ya nada importaba. Porque esta vez conoció el
calor de su cuerpo, la humedad de sus besos llenándola de deseos, pudo
sentirlo, escuchar sus susurros ardientes al oído, pero él no le pertenecía y
ella encarcelada en el laberinto de sus secretos ya masacrados y sintiéndose
perdedora de su guerra interna, no podía luchar por la libertad de caminar ante
el mundo de la mano de su amado.
Se despidió
en cada abrazo infinito al latido de un corazón acongojado, en cada lágrima que
rodaba, y en cada sollozo desconsolado.
Al llegar a casa no hubo más llanto porque el humo del café nubló sus ojos ya
empañados y abrigó sus manos entumecidas. Se sentía tan pérdida, tan sola... y
tan sepulcral fue el silencio de sus cuatro paredes blancas, que al mismo tiempo la golpeaba estruendosamente.
Puso la música de una pequeña radio en su mesita de noche, la cantante Adel le
regaló su repertorio más triste, lloró hasta la madrugada, hasta que se
enfriaron sus manos, hasta que sus ojos se hincharon, hasta que la palabra
adiós ya no dolió tanto, hasta que se apagó la chimenea. Y quedó sonámbula en
su noche de desvelos y extrema amargura…,congelada ante la oscura capa nocturna sin
poder ver el reflejo de la luna y el titilar de las estrellas.
Estaba
con su mirada vacía de ilusiones, pero muy consciente de que también debía
estar lista para levantarse al otro día, lista para sonreír haciéndole pensar a
su corazón que esta vez no sufrirían, pero por dentro estaba recogiendo los
cristales rotos de la ventana de su Alma.
Sus horas pasaban agonizantes entre la pena que ocultaba. ¡Pero el mañana llegó!!, ella digna y elegante su sonrisa dibujó con los ojos llenos de melancolía que muy bien maquilló. Y se fue!!…, se fue a buscar la aventura del nuevo día, se fue y tomó la mano de quien siempre la esperaba.
Sus horas pasaban agonizantes entre la pena que ocultaba. ¡Pero el mañana llegó!!, ella digna y elegante su sonrisa dibujó con los ojos llenos de melancolía que muy bien maquilló. Y se fue!!…, se fue a buscar la aventura del nuevo día, se fue y tomó la mano de quien siempre la esperaba.
Caminaron
dos amigos sin destino, sin ayer, sin promesas, y sin mañana por la orilla de la costa conquistando nuevamente a las olas. Una dama y su fiel caballero surcando
la tierra y el océano. Con lazos de cariño,
arte y poesía.
Ella salió
de su cárcel emocional a capturar pedazos de momentos. Ya no estaba sola, la
vida le regalaba un pequeño trozo de dicha y valía la pena disfrutarlo.
“Ceori”