“Y al
final, no son los años de tu vida los que cuentan. Es la vida de tus años.” Abraham Lincoln
No
es tan grande la casa para sentir este tremendo eco, hay voces y pasos de
personajes que no conozco o tal vez mi memoria ha guardado para ocasiones
especiales como ésta, el pequeño pasillo me adentra hasta el final de una
ventana que una vez imaginé y en cuanto pude la hice posible, en la cocina bien
estrecha ya tengo mi café servido listo para
nutrirme de su aroma y beberlo con el sorbo del amanecer que trae
esperanza.
La
mañana despierta con los ruidos de siempre, con la frescura del invierno que se
acerca, con las nubes que hoy parece no me van a abandonar, con mis animalitos
sentados al calor de la hoguera, ellos duermen mientras yo escribo, sin embargo
así son una gran compañía, puedo sentir el respirar profundo de cada uno, puedo
sentir lo afortunados que somos al ser todos una familia.
Hoy
los dolores han bajado la guardia, hace rato que me traen con vaivenes, el frío
no le viene muy bien a mi cuerpo ni a mi alma, sin embargo busco luz, fuerzas y
motivos para no sumergirme en la penumbra de estos días grises y húmedos. Reinventarse
cada día no es tarea fácil pero quedarme quieta mirando cómo se me viene encima
el desánimo y la nostalgia no va conmigo, porque siempre trato de impulsar a
otras personas a que persigan sus sueños, entonces ese eco es el que se
devuelve como un espejo y llega hasta mi pluma.
Sé
que es más fácil aconsejar que cumplir a cabalidad lo que uno predica y también
sé que si el corazón es un guerrero no se va dormir en la espera de los cambios…
“¡hay que salir a buscarlos!.
Vivian
Ceori ©®
Relatos
de otoño 2019
Imagen: web