“No traigas una gran
maleta, solo lo suficiente para tomar un
café en la orilla del mar, bufanda o pañuelo que allí siempre está fresco, unas
gafas para que el sol no nos detenga al caminar horas y horas por los caminos
de arena, un pantalón cómodo para bailar con las sombras de la tarde y por la
noche cuando el silencio busque cobijo una pequeña tonada que te arrulle”.
No te ofrezco un viaje sin vaivenes, tendremos olas bravas y mansas, aguas
claras y turbias, te ofrezco los remolinos de la vida para que aprendas a
navegar y a respetar las pausas.
Te ofrezco las velas de la libertad para que puedas tomar decisiones y también los ocasos y amaneceres que endulzarán tus sin sabores.
Si un día al navegar te sientes dichoso, agradece al universo la grandeza de ese gozo y si a veces la tempestad azota tu rostro, no te aflijas porque llegarán nuevos logros.
No te ofrezco nada fácil porque la vida no es simple, sólo te entrego herramientas para que aprendas a usarlas y pinto con acuarelas paisajes que le darán luz a tu alma.
Y si aceptas este viaje que te ofrezco con un destino incierto, no te prometo que llegaremos tan lejos, pero sí te aseguro que en cada puerto me detendré a mirar tus ojos soñolientos.
Te tomaré la mano y miraremos juntos la línea del horizonte que separa al infinito de un vacío inmenso. Navegaremos hasta alcanzar uno que otro sueño, mas los otros los dejaremos para nuevos viajes que inventemos.
Te ofrezco las velas de la libertad para que puedas tomar decisiones y también los ocasos y amaneceres que endulzarán tus sin sabores.
Si un día al navegar te sientes dichoso, agradece al universo la grandeza de ese gozo y si a veces la tempestad azota tu rostro, no te aflijas porque llegarán nuevos logros.
No te ofrezco nada fácil porque la vida no es simple, sólo te entrego herramientas para que aprendas a usarlas y pinto con acuarelas paisajes que le darán luz a tu alma.
Y si aceptas este viaje que te ofrezco con un destino incierto, no te prometo que llegaremos tan lejos, pero sí te aseguro que en cada puerto me detendré a mirar tus ojos soñolientos.
Te tomaré la mano y miraremos juntos la línea del horizonte que separa al infinito de un vacío inmenso. Navegaremos hasta alcanzar uno que otro sueño, mas los otros los dejaremos para nuevos viajes que inventemos.
“Y para finalizar si
tienes frío o calor te vestiré con un abrazo, de esos que se quedan pegados a
tu piel, de esos que cuando cierras los ojos duran para siempre”…
Vivian Ceori ©®
Imagen Web.