Voy en uno de esos
viajes que disfruto a placer junto con el vaivén de la carretera, voy
persiguiendo la espuma del mar, grabando la arena de mis paisajes amarillos y jugando con las blancas nubes. Voy feliz
derrochando la tinta de mi pluma, porque abrazaré a la hermana, al amigo,
porque allá en la otra orilla alguien me espera. Sonrisas, caricias, miradas
serenas y la emoción del encuentro….
Porque
le llamo tiempos y no simplemente tiempo de ese que pasa veloz y se esfuma.
Porque cuando estamos en tiempos de reconciliación, el tiempo pasa lento y
pausado. Todo aquello que hizo daño pasa al olvido y aparecen los momentos
buenos, aquellos que nos hacen sentir que este tiempo que nos regalamos para
reconciliarnos efectivamente vale la pena.
No es un segundo capítulo de una película, ni una segunda oportunidad que puede ir directo a un fracaso. Es una predisposición de las partes para vivir en armonía. Tiene más beneficios que dudas, porque de aquello que dejó una enseñanza, mismos errores no han de volver a tropezarnos.
Tiempos con aires nuevos, con una mirada serena, con perfume de osadía y también de fuerza guerrera. Tiempos en que tienes un lugar ganado y no necesitas demostrar nada. Simplemente vivir estos tiempos en que todo aquello por lo que has luchado la vida te lo devuelve como un bendito premio.
En estos tiempos donde inevitablemente todo cambia, las reconciliaciones son muy escasas pero existen; en aquellas personas que no vivimos del ayer, ni del rencor. Personas que creemos en que los cambios son nuevas oportunidades para volver a nacer.
Vivian Ceori