Ahí estaba ella,
escondida entre la bruma,
destellando entre las nubes
que refrescaban la noche.
Callada y pensativa,
solitaria y cautivante.
Sollozaba, soñaba,
cantaba y entristecía.
Un quejido en el alma
la confundía.
Y al son de sus latidos
las dudas caían.
Una a una en el mar
su corazón comprimían.
¡Ay!... haberle visto
con los ojos del engaño,
dejarlo al descubierto
y saber que todo fue en vano.
Ella digna y elegante.
Él audaz, endiosado y arrogante.
Ella dama de hierro fulminante.
Que no sepa el hombre
que marchita el amor
por mentirle a la luna.
Y creerse su dueño
Ay!! eso sí es locura.
Él… empujado al abismo,
por sus mentiras ventiladas.
Ella… feliz de sentirse lejana.
Intocable se queda en lo alto.
¡Ah!.. sabe el mar que la ama
que nadie jamás le hará daño.
Sabe el cielo que la tiene
y sabe ella que no llora,
solo bota gotas de asombro,
por pensar que alguien
intentó jugar con su encanto.
“Ceori”