Vives en cada estela de mar, mientras sigo el vuelo de mis gaviotas.
La noche cae con su lluvia de estrellas hay un dulce silencio que se rompe con las evocadas teclas del piano, la luna cómplice amante y compañera deja volar sobre las olas el canto de una sirena.
Asoman los colores del mañana en las barcas que anidan en mi alma
navego en esa corriente liviana que me hace parar en cada roca mientras la cascada trata de alcanzar el cielo con sus claras y puras aguas.
Aromas de mar entran por mi ventana, los versos libres reclaman sus alas, los dejo volar cual pluma al ave por las sendas de nostalgias que a veces freno para no salir lastimada.
Y cae la tarde con sus tonos ambarinos, otra vez la luna me acompaña esta vez la sujeto por un momento, miro fijo sus matices aterciopelados, estiro mis brazos paralizando por un instante el tiempo.
Ahí cruje una puerta entreabierta que se mece al compás del viento
dejando entrar presuroso al sol que veo desde el horizonte por el balcón con mis nuevas vigilias.
¡Si!!, es una tibia mañana de primavera que moja cual lluvia de invierno, será porque caen ya las últimas hojas de las ramas al otro lado del mundo y comienza mi sinfonía de verano poco a poco a calentar la alcoba, esa en la que tantas veces trato de descubrir tu aroma.
Vivian Ceori ©®
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