Si besara a tu alma indomable
como sombra de amor
bajo el árbol en febrero,
si tan sólo la flor del durazno
te adornara esos ojazos negros,
sería tangible la lágrima etérea
que rueda por tus racimos fértiles,
de rozar mis blancos senos.
Y si el agua de tu boca bebiera,
crecerían como ramas de cerezos,
las ilusiones colgadas desde lo alto, de la cima donde canta feliz el
jilguero.
Si tan sólo tú dolor borrará,
por segundos antes de encallar el sueño, sería como mariposa errante, que vuela lentamente,
a posarse en tus miedos.
Si besara tu alma indomable
y tú tocaras la
canción de mis luceros, seríamos dos aves sin amarras y volaríamos sin rumbo certero.
Vivian Ceori
Video
poema, Belisario Venegas Muñoz