Se puede tocar con las palabras lo que no se ve con los ojos, se puede besar con poesía los labios que yacen dormidos; se puede también por un instante infinito... "¡Cambiar el mundo¡".

martes, 8 de noviembre de 2016

Un abrazo de adiós junto a un ocaso de lágrima


Le dio un beso salado que presagiaba una amarga despedida, ella no fue capaz  de mirarlo a los ojos, lo abrazaba tan fuerte como queriendo llevarse su piel, su perfume y hasta su alma. Solo ella sabía en sus silentes palabras,  que al dar la vuelta ya no le vería. El amor para ella estaba prohibido, una vez más el amor se desvanecía como agua entre sus manos, y la vida se lo arrancaba junto con la felicidad de saber que existía. ¿Se lo llevó la bruma?,  ¿se lo llevó el viento…, se lo llevó la mentira de vida?, a éstas alturas ya nada importaba. Porque esta vez conoció el calor de su cuerpo, la humedad de sus besos llenándola de deseos, pudo sentirlo, escuchar sus susurros ardientes al oído, pero él no le pertenecía y ella encarcelada en el laberinto de sus secretos ya masacrados y sintiéndose perdedora de su guerra interna, no podía luchar por la libertad de caminar ante el mundo de la mano de su amado.  

Se despidió en cada abrazo infinito al latido de un corazón acongojado, en cada lágrima que rodaba,  y en cada sollozo desconsolado. Al llegar a casa no hubo más llanto porque el humo del café nubló sus ojos ya empañados y abrigó sus manos entumecidas. Se sentía tan pérdida, tan sola... y tan sepulcral fue el silencio de sus cuatro paredes blancas,  que al mismo tiempo la golpeaba estruendosamente. Puso la música de una pequeña radio en su mesita de noche, la cantante Adel le regaló su repertorio más triste, lloró hasta la madrugada, hasta que se enfriaron sus manos, hasta que sus ojos se hincharon, hasta que la palabra adiós ya no dolió tanto, hasta que se apagó la chimenea. Y quedó sonámbula en su noche de desvelos y extrema amargura…,congelada ante la oscura capa nocturna sin poder ver el reflejo de la luna y el titilar de las estrellas.

Estaba con su mirada vacía de ilusiones, pero muy consciente de que también debía estar lista para levantarse al otro día, lista para sonreír haciéndole pensar a su corazón que esta vez no sufrirían, pero por dentro estaba recogiendo los cristales rotos de la ventana de su Alma. 

Sus horas pasaban agonizantes entre la pena que ocultaba. ¡Pero el mañana llegó!!,  ella digna y elegante su sonrisa dibujó con los ojos llenos de melancolía que muy bien maquilló.  Y se fue!!…, se fue a buscar la aventura del nuevo día, se fue y tomó la mano de quien siempre la esperaba.

Caminaron dos amigos sin destino, sin ayer, sin promesas, y sin mañana por la orilla de la costa conquistando nuevamente a las olas. Una dama y su fiel caballero surcando la tierra y  el océano. Con lazos de cariño, arte y poesía.

Ella salió de su cárcel emocional a capturar pedazos de momentos. Ya no estaba sola, la vida le regalaba un pequeño trozo de dicha y valía la pena disfrutarlo.  
“Ceori”





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Vivian Ceori