¡Ah! Crujir de olas ansiosas
de llegar a la orilla.
poeta de pupilas
regocijantes encendidas,
cúmulo de aguas contenidas,
rugir de latidos,
espuma que se desvanece al besar
la arena.
Vaivenes de tristezas y alegrías
que fueron parte del mar y
de mi vida.
Te entregas a mí… errante y
solitario.
Abrazas mis palabras y me
miras,
con esa paz que siempre
busco.
Me arrullas con tus manos de
océano,
me escuchas silenciando a
ratos tu voz ronca.
Me esperas como el amante a
su dama
que a su corazón enloqueces.
Te miro incansable e
indomable
y aún así me fascinas.
Elevas tus olas mojando mi
cara,
me saludas coqueto y seductor,
me invitas a pasear por tu paraíso
salado,
y yo me entrego sin pensar
que el amor me espera allá…
al otro lado.
Me entrego porque somos tú y
yo solos en la playa.
¡Sí! para amarte mientras cae dorada la tarde,
para encender la luna que tímida
nos mira,
para traerte a mí y quedar
sumergida
en tu mundo misterioso de
ruidos,
cantos de piedras y gaviotas
volando.
Me quedo hasta que el manto
del crepúsculo llega.
¡Ah!... minutos infinitos de
gloria que me extasían.
Y sigo varada en tu orilla,
para volver a perderme
junto a la noche fundida en
tu pasión…
¡Ah!... Tú mi mar… y yo tu embrujo de sirena.
“Ceori”