Yo he venido … para
rescatarlos del olvido, para tatuar en
la “Rosa de los vientos”, de mi alma, sus nombres anónimos. Que quedarán
grabados para siempre, en la memoria trashumante del viento y en la clara memoria del agua. (Del libro vuelo de gaviotas
– Bernardo Tapia Rojo – Poeta Vileño)
Sosegando
el invierno y pintando una primavera que se espera con los ojos llenos de
verde, eternos vuelos que hacen eco en el cielo. Camino por mis sendas de mar
cual veleta navega al viento. Sin que el frío queme, ni que la tristeza se haga
parte de mis días que vivo en la ausencia del ser, mas no del recuerdo. Me
alimento de trozos de poemas que guardo como un gran tesoro, y beso con el
pensamiento cada hora en que respiro y siento que me acompañas.
Somos aves de paso, por eso es que volar me gusta tanto y es por eso que también aprendí a respetar los vuelos. Desprenderse de los lazos que una vez te hicieron prisionero, porque esos lazos no son buenos. No hay nada mejor que la libertad de amar sin que te pongan frenos.
Matar la ilusión no está en las manos de nadie, porque sentir es algo que no depende de la razón, simplemente aparece y nos va contagiando las venas de emociones que nos hacen sentir llenos de vida. A eso le llamo renacer de nuevo.
Disfrutad del remolino de mar que a veces se forja en nuestro interior sin tener miedo, o nos habremos perdido algo que quizás nos puede hacer regocijar el alma. Gritad el amor a los cuatro vientos que el mismo se encarga de llevarlo a los oídos de la persona amada.
Y si en esa lucha por conquistar el corazón, te encuentras con las manos atadas, no te sientas rendido porque no ganaste la batalla. Todo lo que se lleva un final, vuelve convertido en nuevas hojas que con el paso del tiempo traerán quietud al alma.
“Vivian Ceori”