Aquellas
sendas tuyas, mías. Aquellos besos tuyos, míos. Aquellos recuerdos de tus ojos
a mi boca. Aquella vida que me lleva hasta tus huellas. No son más que; “aquellos versos que de mi
ventana hasta tu lecho llegan”.
Aunque
tímida y nublada anda mi primavera, no dejan de trinar los pájaros en mi
ventana, el pasto ya no se viste de escacha y el viento es más suave, como
acariciando las manos que se niegan a salir de los guantes. Aquella brisa
helada se va desvaneciendo con el paso de las horas, y el caminar de mi mañana
va acomodando los sentires que me despiertan. Un gracias enorme se queda en mis
labios como siendo parte de aquella mirada infinita que elevo al cielo sin
cansarme de disfrutar los milagros de la naturaleza.
Otro
hoy me da la dicha de poder plasmar mis letras y como poeta enamorada del amor
y de la vida me siento una vez más con el alma elevada, mientras escucho a lo
lejos ese murmullo de mi mar que me llama.
Saldré
a su encuentro como los amantes que se necesitan. Ah!! para abrazarme a sus
olas, para dejarme llevar por su melodía, para respirar su perfume de océano y
me quedaré junto a él sin palabras, solo para dejar que me hable, solo para
volver a ser cómplices en mi playa.