Bombea entre aromas verdes, cantos de pájaros,
susurros de mar. Vibra tan solo con verle llegar, salta de alegría cuando lo ve
pasar, y se queda mudo cuando no quiere hablar.
Las letras
me reclaman, la mañana me encontró callada
en aquellos caminos por un bosque mágico que cada día me devuelve el
aliento para comenzar el día, el trinar de aves trata de despertar al sol que
se esconde detrás de estas nubes primaverales y otoñales. Entonces!!... me
detengo a contemplar desde mi mundo de poesía las señales que aparecen en cada
paso que avanzo, mi corazón estuvo a punto de renunciar al exigirle tanto
esfuerzo. Hoy lo dejo que me guíe, porque
a veces el corazón necesita fundirse en los sentimientos, necesita parar
para poder escuchar sus latidos, para reconocer sus emociones, para entender a qué
le encuentra sentido, descubrir con que vibra y sacudir las penas que se van
sumando con las decepciones.
Me encanta
cuando la mañana me abraza y los sonidos
se convierten en música, pareciera que todo se confabulara para adentrarme
en un mundo de ensueño. Simplemente me dejo llevar por ese arrebato tan
necesario para mi alma y mis sentidos se van alimentando de las sensaciones,
hoy mi cuerpo se queda quieto para deleitarse con la belleza que me rodea.
Y así las
hojas del diario de la vida se van sumando a este gran libro que cada uno
escribe, llenándolo de matices, de días claros y grises, del aroma de las
estaciones, de la necesidad tan grande que todo humano tiene, “sacar fuera todo
aquello que nos aquieta”, para poder caminar sin peso en nuestras espaldas,
para alivianar la carga de todo aquello que nos perturba.
Porque
tenemos el poder de la resiliencia, porque con ternura hasta el día más oscuro
se pinta de optimismo… Escuchemos al corazón cuando nos dice basta y nos
daremos cuenta de cuánta razón tenía, cuando le miras desde la profundidad del
alma.
Vivian
Ceori
Pintura: Richard Johnson
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Vivian Ceori