Y le prometí a la luna que no me negaría a beber de su amor aunque fuese incierto y le confesé a las estrellas el temor que tengo de perderme en sus ojos hasta el fin de los tiempos, pero el fuego de mi pecho incendió a mis venas y me prendí en caricias que me elevaron al cielo.
De gala se vistió la luna entre mil gemidos que se embriagaron con la fuente inagotable del elixir de los deseos, se estremeció la tierra, las quebradas crujieron y un manantial de vida se apoderó de ellos.
Era el aullido de la noche, donde dos almas se entregaban sin desenfreno; sudorosos, apasionados, quemándose con las yemas de sus dedos. Vaciaron sus bocas llenas de amor y delirio, olvidaron su dolor ante el abismo
Y reposaron sumergidos uno dentro del otro con la luna y las estrellas cómplices y testigos...
Vivian Ceori ©®
Pintura: Victor Yushkevich
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Vivian Ceori