Es una de esas mañanas de otoño frías, una taza de café con leche caliente, mi bufanda favorita y a la cama de nuevo, el sol entra tímidamente por mi ventana, la gata se arrima a mi hombro ronroneando, mientras canela se instala a mis pies, me disponía a prepararme para escribir, para hacer llegar un abrazo ante mi larga y repentina ausencia, ya la suma de los días ha de entrar a preocupar. Después de la visita del covid 19, tras una larga y silenciosa recuperación, mis letras salen a la luz, la verdad no sabía como hilar una historia así de inesperada, mas bien me gusta la otra página donde una sale victoriosa.
Así sin que uno lo planeara todo cambia ante tus ojos, los intereses, las inquietudes, la proyecciones. Reconoces a las personas que aparecen como ángeles para tenderte una mano amiga, (a ellas/ellos, les estaré eternamente agradecida). Se extraña a otras que desearías tenerlas más cerca para estrechar sus manos (a ellas/ellos viven en mis recuerdos siempre).
Hasta el ritmo acelerado de querer terminar algunas cosas ya no tiene importancia, porque en un segundo todo cambia, las planificaciones pasan a segundo plano, quedas tú, el corazón palpitando, el remolino de sentires que debes ir acomodando, simplemente existes, amaneces, respiras, ¡estás viva!.
Y desde mi mar hago llegar un abrazo; que revitalice, que levante el alma, que nos recuerde que existimos para otros y que estamos ansiosos de mirarnos a los ojos. Un abrazo; que amortigue las ausencias, que de esperanza, que apriete tan fuerte que podamos sentir el palpitar del corazón del otro. Un abrazo que sabe que los vaivenes de la vida son como las olas, van y vienen, a veces se lleva para siempre seres queridos, finalmente todo vuelve a su lugar, finalmente "todo vuelve a comenzar".
Vivian Ceori ©®
Reflexiones 2021
https://youtu.be/3ZlthgpvWRc
Imagen web
