Las noches se han vuelto sublimes brazos que aúnan tu recuerdo, navego por mis rincones desolados. Y la luna, ella que a veces me acompaña para llegar a tu balcón, está más cerca de ti que mis propios pensamientos, que a veces se pierden en los vaivenes de las olas. Ah!!...ella siempre compañera, siempre fiel, confidente, amante plena, que lleva y trae los mensajes que saca de nuestros latidos, a veces agonizantes y agrietando las paredes de la ausencia.
Mi primavera poco a poco va
entibiando mi lecho, así las noches no congelan tanto mi alma, y me levanto
para caminar descalza por las habitaciones vacías, buscando un fantasma desvelado
que se roba mis sueños a horas y kilómetros de distancia.
Te oigo decir mi nombre; amante y desesperado, escucho
tus reproches hacia el reloj, que no pasa veloz el tiempo para un pronto encuentro.
Te oigo mientras duermo apagando mis dolores, y me enredo en las sábanas que
van cambiando de colores haciéndose un mar profundo que recoge mis huesos.
Floto desde el peso de la
vida que se ha vuelto cada vez más insostenible, y navego hasta la orilla que
me levanta cual pluma ligera, y pone mis pies en la arena para comenzar a
escribir la nueva hoja. Esa que lleva rayos de plata en el mar nocturno y rocío
del alba que perfuma tu amanecer, mientras
voy despertando al amor desde el otro lado de mi océano.
“Ceori”