Podía escuchar mi corazón latiendo. Podía
escuchar el corazón de todos, sentados allí, podía escuchar el sonido humano.
Ninguno de nosotros se movía. Ni siquiera cuando el cuarto oscureció. Y creo que escribir eso. Es escuchar el latir
del corazón. Y cuando lo escuchamos nos corresponde a nosotros descifrarlo.
Extrañaba ese palpitar de corazón de mar,
extrañaba las alas llenas de júbilo,
extrañaba la arena bordada de oro en mis pies,
el sonido azul de mis olas agitadas,
la espuma rebosante de pasiones,
extrañaba el canto de mis caracolas,
y el vendaval en plena tarde abofeteando mi
cara…
La brisa fría de primavera arremolinada
y el silencio hecho palabra, tras palabra…
Después de días dormida... Vuelo lento, vuelo
bajo…
Extrañaba contemplar desde mi ventana las
huellas
de aquellos que añoran mi llegada.
“Ceori”
Había llegado a creer que el vuelo de las ideas
podía ser tan real como el vuelo del viento y las plumas. (Juan salvador
Gaviota)
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Vivian Ceori