Seguiré llenando las páginas
en blanco hasta llegar a ese capítulo en que nos veremos uno en el
otro y no quedaran palabras solo besos ansiosos de amar y ser amados.
Aquella tarde fría de primavera, en que me despedía
de un amor del todo imposible, comprendí que mis palabras decían su nombre
entre las líneas de un adiós y un “quiero que por favor que no te vayas”. <<
Aun me queda esperanza de rozar tus labios>>. Comprendí también que esas
huellas indelebles llevaban tus pasos acercándose a los míos. Como si supieras
que cada mensaje escrito, disfrazado, y maquillado entre metáforas, fueran única
y exclusivamente tuyos.
Es en ese lenguaje de la ausencia en que el alma
busca a quien tanto añora. Ay!! ese
regalo que me diste, de confesar tus sentires amontonados uno tras otro, día
tras día. Explotaron como fuegos artificiales que hacían deslumbrar a mis
luceros. ¡Gotas de dicha rodaron de mis ojos!... Quedé perpleja tratando de
sacar la voz, tratando de sacudir mi cabeza alborotada, porque no podía creer
que ese amor tuyo y mío fuese tan grande, que ni las tempestades y tormentas
que se volcaron en nuestro invierno lograron arrancarlo.
Es algo tan profundo y tan místico, indescriptible
ante los ojos del mundo, que solo las hojas blancas de nuestro libro han de
entender porqué amamos, porqué sentimos, y porqué vivimos alfombrando con
ilusiones el mañana que soñamos.
Vivian Ceori
Imagen: Web