Ven a llenar de paz mi
cuerpo
¡oh!... blanca espuma,
que tu rugir de olas,
salgan a mi encuentro,
toma mis pensamientos,
toma mis memorias,
y acomódalas a través del
tiempo.
Quítame el cansancio mundano
y deja que extienda mis
brazos,
para atrapar por segundos
la frescura de tu infinita
misericordia.
Arrópame sin arrebatar mis
sueños,
límpiame de las culpas y
rencores,
renuévame de amor
desmesurado,
y diluyamos juntos los
amores de antaño.
Esos que salieron huyendo,
por temor a tocar lo que
después
sería, por los dioses
juzgado.
Píntame de tus colores crepusculares,
fundiendo el sol y la
luna,
mientras tu blanca
pureza
rompe entre las piedras, y…
deja que me guíe tu furia
indomable.
Acaricia mis mejillas,
con tu infinito estruendo.
¡Oh!..., mar que me refugias
a dónde iré sin ti...
si te nombre mi dueño.
Podré marchar a otros
mares
pero siempre a tu orilla
vuelvo…
“Ceori”