Dícese de los
cambios que siempre traen novedades, modificaciones que a veces nos
desconciertan, pero que con el tiempo nos vamos adaptando a esos vientos nuevos,
brisas llenas de transformaciones que nos van amoldando.
Acontecen brisas
versátiles, aunque la diferencia entre el ayer y el hoy se nota
bastante, son los vientos de cambios que se expresan en nuestros rostros ansiosos de recibir las nuevas estaciones. Ya fueron muchos rayos de sol
dorando mis cascadas, y muchas travesías que desviaron mi ruta. Es hora
de reconstruir lo que desarmó el paso
del tiempo, es hora de retomar aquellas sendas desiertas por el látigo de la
ausencia, es hora de retomar el hilo que me sostiene en esta ventana llena de
momentos vividos.
Sin embargo, el
ser humano necesita ver, sentir, y vivir, el ser humano anhela saber que
realmente aquella persona del todo intangible y lejana realmente existe. Es
viable y está en todo su derecho, porque el corazón lo pide a gritos, porque
los ojos exigen regocijarse con la presencia, las caricias, el amor, el
cuidado, el cariño. Y es por eso que tenemos la capacidad de aguantar, de dar y
de recibir con los brazos abiertos.
Muchos se
han marchado, nuevas alas, nuevos vuelos, nuevos intereses, nuevos proyectos.
Me gustan las cosas nuevas, pero jamás me han gustado las despedidas, me gusta
más abrazar en el reencuentro. Y aquí estamos los que nos negamos a dejar este
hogar tan lleno de personas con buenos sentimientos. En honor a ustedes mi
pluma sigue escribiendo, y vuela junto a aquellos que aún vibran con la tinta
de esta gaviota, poeta, a veces tan fugaz como el viento y otras veces muy ensimismada y
quieta.
Vivian Ceori ©®
Pintura : Vladimir Volegov