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Se puede tocar con las palabras lo que no se ve con los ojos, se puede besar con poesía los labios que yacen dormidos; se puede también por un instante infinito... "¡Cambiar el mundo¡".
Recuerdo diciembre con calor
de primavera, con ilusiones de niños escribiendo cartas, con los sueños volando
junto al viento, y los ojos brillantes expectativos de que algo mágico y sin
igual sucediera. Entre la escases de mi
infancia, y los castillos que desde pequeña inventé para que me protegieran. ¡Ay!
Una lágrima verde azota mis olas y se enreda en los árboles que me acogieron.
Corría tan fuerte como si
lograse desplegar mis alas. Miraba tan alto, que diminuta la vida me quedaba. Y
sonreía, porque gozaba de una mente que me permitía hacer muchos cuentos de
hadas. Jugaba con el brillo del sol, danzaba con el mar y la luna. Oprimía mi corazón como si
con eso lograse sensibilizar al mundo, pintaba de azul mis vestidos invisibles,
y salía a recorrer las calles con mi
mejor traje vestida de gala. Sin corona y sin ser princesa, sabía que diciembre traería lo que deseara. "Ceori"
Cada fin es un comienzo por eso vive, por eso ríe, por eso abraza, por eso sigue. Porque los finales fueron hechos para comenzar de nuevo.
Deja que los silencios
rompan mis palabras mudas,
que camine sobre tu otoño
alfombrando mi destino,
y a un paso de mi primavera
vuele hasta ti
tan suave y ligera como la
pluma que te busca.
Deja que la melancolía se
esfume
entre las rendijas de mis
ojos ensimismados,
deja que me aleje tanto para
que me extrañes,
y retenme en la mitad de la
huida
para no olvidar el tic tac
de tus latidos.
Empújame hasta tu
recuerdo
que estoy borrando momentos,
mi habitación esta tan llena
de algunos
que fueron pasajeros.
Quiero conservar los
mejores,
aquellos que de piel y besos
una noche se
vistieron.
Limpiaré mi corazón que
tantos laberintos guarda,
a ver si despejo el camino
para que te quedes,
por un instante infinito acompañar
mi sala.
Ven y quédate para tocar tu
rostro
que se evapora con el paso
del tiempo,
también se borran los
fantasmas
que afirman ser parte de mi
pensamiento.
Que nada nos lastime y que
nada nos ate,
para que la libertad sea
nuestro mejor pasaje,
pero que todo sea cierto y
cuidado
para que nadie trate de embaucarte.
Guardaré el secreto de tus
caricias
como guardas el perfume de
mi cuerpo,
y seguiré en silencio por el
túnel de mis libros.
Solo quien plasma, sabe en
realidad cuál es fin
que transportan los textos,
pero también solo quien
lee,
da vida a sus obras que
yacen dentro.
“Ceori”
Paso a paso y verso a verso, con la fuerza que llevamos dentro. Porque en el diario de vida que todos tenemos, nace la esperanza y se arrancan las hojas que aborrecemos.
Te destierro: A los confines
de otra vida, ahí donde las letras no sangran y no existen los lamentos, sino
que la libertad te pertenece. ¡Tómala con las dos manos!.
Mis hojas de ayer parecen un libro escrito a medias,
los meses se han ido, muy poco he podido pintar y danzar como solía hacerlo en
tiempos de antaño, todo pasa, pero quedamos
nosotros. Mi primavera se niega todavía abrirse de par en par, y mis dolores sólo
a veces me dan tregua para recobrar por momentos la lucidez. Ando callada y
sigilosa, lenta y ensimismada, a veces del todo desmemoriada. Será el efecto de
los medicamentos o de la melancolía que estuvo rondando en mi casa. Pero aún
estoy y cada vez se me hace más pesado poder estar horas pegada a esta ventana.
Sin embargo no va en mí renunciar aquello que tanta vida me da, ni menos a la
magia de las letras que alimentan mi alma.
Las noches se han vuelto
sublimes brazos que aúnan tu recuerdo, navego por mis rincones desolados. Y la
luna, ella que a veces me acompaña para llegar a tu balcón, está más cerca de
ti que mis propios pensamientos, que a veces se pierden en los vaivenes de las
olas. Ah!!...ella siempre compañera, siempre fiel, confidente, amante plena,
que lleva y trae los mensajes que saca de nuestros latidos, a veces agonizantes
y agrietando las paredes de la ausencia.
Mi primavera poco a poco va
entibiando mi lecho, así las noches no congelan tanto mi alma, y me levanto
para caminar descalza por las habitaciones vacías, buscando un fantasma desvelado
que se roba mis sueños a horas y kilómetros de distancia.
Te oigo decir mi nombre; amante y desesperado, escucho
tus reproches hacia el reloj, que no pasa veloz el tiempo para un pronto encuentro.
Te oigo mientras duermo apagando mis dolores, y me enredo en las sábanas que
van cambiando de colores haciéndose un mar profundo que recoge mis huesos.
Floto desde el peso de la
vida que se ha vuelto cada vez más insostenible, y navego hasta la orilla que
me levanta cual pluma ligera, y pone mis pies en la arena para comenzar a
escribir la nueva hoja. Esa que lleva rayos de plata en el mar nocturno y rocío
del alba que perfuma tu amanecer, mientras
voy despertando al amor desde el otro lado de mi océano.
Una huella tuya es como
alimento que enciende mis ojos al saberte tan cerca, aún en el silencio que nos
limita el tiempo que se pasa veloz. Y aún en la distancia que desvanezco sólo cerrando mis ojos para abrazarte.
Nací a los pies del mar, me críe con las olas, siempre caminé de la mano del viento, siempre con sonrisas: niña, inquieta y soñadora.
Cambia el mar y la mujer
ahora que se han desbordado,
y con tanto remolino
a veces deja lesionados.
El vuelo conoce de arrebatos
y borra las huellas del pasado,
ahora las alas se dejan tocar
y el mar se recoge,
para que los pensamientos
se acomoden y escuchen
el grito de amor lejano.
Entonces; me paro en frente
del mar que conoce tan bien
mis sentires como mis verdades,
sigilosa le miro por horas
mientras el viento susurra:
“luchad por lo que llena tu alma
aunque lloren los recuerdos,
dejad que caiga la desdicha
lejos de lo que es el ahora,
porque el mar besa tus pies
y también lava las culpas,
el mar calma tus tristezas
y él arrebata las pasiones,
el mar guarda los secretos
y tú los sinsabores”.
Nací a los
pies del mar, sangre salada llevo en mis venas, y un corazón azul que a veces a
hombres encadena, pero la verdad es: que sólo al mar doy mi vida entera.
Anoche
las gotas golpearon mi ventana, sacudió el viento las paredes del recuerdo, llovió
sobre mi lecho desolado, murmuró el sonido del agua, se enfrío mi cuerpo cristalizado
y me desvelaron los pasos de la
ausencia.