Esas
manos que besan,
esas
manos que aprietan,
esas
manos que abrazan
como el
perfume a la rosa,
que la envuelve
en su esencia.
Cuando la
vida pesa
sin medir
siquiera,
dolores
del cuerpo y alma
taciturnos
en mis riveras.
Llanos se
hicieron cerros
de ellos
rodaban piedras,
cual de
todas más grandes
…ay!!
como si cada una
a mi
corazón aturdiera.
Mares se
hicieron llanto
entre la
bruma y la lluvia,
en que
mis nubes grises
a mi
silueta envolvieran.
Y un yugo
sangriento
me despojó
la cordura,
para
venir a enterrarme
puñales
de extrema locura.
En que
las noches fantasmas
a mis
sueños acudieran,
para
escuchar mis lamentos
entre
ciudades y selvas.
Y un
ocaso de fuego
a mis
ojos encendiera,
una tarde
en que mis pasos
volaron
entre mil piedras.
A
llenarme las pupilas
apagadas
en mi lecho,
¡Ah!...entre
las nubes rojas
mi latir
se hizo intenso!.
Esas
manos que besan
tuyas,
suaves y certeras,
cobijaron
mis silencios
hasta
poner la luna llena.
“Ceori”