《Esta soledad de abrazos, este vacío de palabras, este encierro de si mismo tiene al mundo hecho pedazos》.
Evoco el sonido del mar y hasta él se torna lejano, busco el susurro del viento tratando de escuchar ese rugir de olas bravas levantando mi tejado, azotando con furia mi pecho comprimido. Lo que me hace desear con ímpetu ver la cara triste del otoño.
Todo se siente tan grande en la pequeñez del ser, todo se marchita en mi jardín; en vano voy sembrando semillas para el mañana. La desesperanza no es una buena aliada cuando los minutos de la agonía no pasan desapercibidos.
Aunque a ratos me protejo en mi burbuja de la imaginación y creo tener el control de mis emociones, con un leve soplo de realidad ¡todo se desploma!... derrumbando el castillo de naipes.
A veces de la nada me veo en un mar de llanto e incertidumbre. Así de frágiles, así de expuestos y vulnerables estamos. Hoy más que nunca el amor de la familia, poder abrazar y sonreír junto al otro se hace tan necesario. Como tan importante es alimentarse con la despensa de los momentos que guardamos.
Siempre nos preparamos para desastres naturales, estamos tan conscientes porque sabemos el daño que hemos causado, hasta para un accidente nos preparamos, aseguramos la vida, aseguramos los bienes, aseguramos el futuro de nuestros hijos con la mejor educación y muchas otras cosas. Pero no estábamos preparados para un enemigo invisible.
El tic tac del reloj es tan funesto, retumba en esta noche de desvelos , no logro escuchar a mi corazón sombrío, no cantan los grillos afuera, ¿habrá ensordecido mi alma?,... no duermen mis ojos cansados porque se niegan a la resignación.
Pero el carrusel de los días no para de girar, aunque nuestro cuerpo y mente estén en shock, aunque después tengamos que poner parches a nuestras heridas, siempre habrán algunos más lesionados que otros, necesitarán cirugías y cuidados especiales para volver a retomar el hilo de la vida.
Toca apelar al tiempo, conversar con Dios sin preguntar los porqués, (hay respuestas que se contestan solas), toca reflexionar, o tal vez nos volvimos más egoístas asegurando nuestra despensa de alimentos, descuidando la necesidad del otro.
Solo sé que nada volverá a ser lo mismo, debemos preparar el inventario para verificar las pérdidas, tendremos que pegar nuestros pedazos, volver a armarnos, hacer el esfuerzo de levantarnos. Porque cuando todo llegue a su final y podamos caminar libres por nuestras calles; cuando ese final llegue... ¡Seremos sobrevivientes!.
Vivian Ceori ©®
Hans Zimmer - Gladiator - Live. Links https://youtu.be/aUmIELyNGrU
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