Poesía, relatos, música, mar, fantasía, imágenes, galería de arte, paisajes, libros y vídeos.
Se puede tocar con las palabras lo que no se ve con los ojos, se puede besar con poesía los labios que yacen dormidos; se puede también por un instante infinito... "¡Cambiar el mundo¡".
Mis hojas de ayer parecen un libro escrito a medias,
los meses se han ido, muy poco he podido pintar y danzar como solía hacerlo en
tiempos de antaño, todo pasa, pero quedamos
nosotros. Mi primavera se niega todavía abrirse de par en par, y mis dolores sólo
a veces me dan tregua para recobrar por momentos la lucidez. Ando callada y
sigilosa, lenta y ensimismada, a veces del todo desmemoriada. Será el efecto de
los medicamentos o de la melancolía que estuvo rondando en mi casa. Pero aún
estoy y cada vez se me hace más pesado poder estar horas pegada a esta ventana.
Sin embargo no va en mí renunciar aquello que tanta vida me da, ni menos a la
magia de las letras que alimentan mi alma.
Las noches se han vuelto
sublimes brazos que aúnan tu recuerdo, navego por mis rincones desolados. Y la
luna, ella que a veces me acompaña para llegar a tu balcón, está más cerca de
ti que mis propios pensamientos, que a veces se pierden en los vaivenes de las
olas. Ah!!...ella siempre compañera, siempre fiel, confidente, amante plena,
que lleva y trae los mensajes que saca de nuestros latidos, a veces agonizantes
y agrietando las paredes de la ausencia.
Mi primavera poco a poco va
entibiando mi lecho, así las noches no congelan tanto mi alma, y me levanto
para caminar descalza por las habitaciones vacías, buscando un fantasma desvelado
que se roba mis sueños a horas y kilómetros de distancia.
Te oigo decir mi nombre; amante y desesperado, escucho
tus reproches hacia el reloj, que no pasa veloz el tiempo para un pronto encuentro.
Te oigo mientras duermo apagando mis dolores, y me enredo en las sábanas que
van cambiando de colores haciéndose un mar profundo que recoge mis huesos.
Floto desde el peso de la
vida que se ha vuelto cada vez más insostenible, y navego hasta la orilla que
me levanta cual pluma ligera, y pone mis pies en la arena para comenzar a
escribir la nueva hoja. Esa que lleva rayos de plata en el mar nocturno y rocío
del alba que perfuma tu amanecer, mientras
voy despertando al amor desde el otro lado de mi océano.
Una huella tuya es como
alimento que enciende mis ojos al saberte tan cerca, aún en el silencio que nos
limita el tiempo que se pasa veloz. Y aún en la distancia que desvanezco sólo cerrando mis ojos para abrazarte.
Nací a los pies del mar, me críe con las olas, siempre caminé de la mano del viento, siempre con sonrisas: niña, inquieta y soñadora.
Cambia el mar y la mujer
ahora que se han desbordado,
y con tanto remolino
a veces deja lesionados.
El vuelo conoce de arrebatos
y borra las huellas del pasado,
ahora las alas se dejan tocar
y el mar se recoge,
para que los pensamientos
se acomoden y escuchen
el grito de amor lejano.
Entonces; me paro en frente
del mar que conoce tan bien
mis sentires como mis verdades,
sigilosa le miro por horas
mientras el viento susurra:
“luchad por lo que llena tu alma
aunque lloren los recuerdos,
dejad que caiga la desdicha
lejos de lo que es el ahora,
porque el mar besa tus pies
y también lava las culpas,
el mar calma tus tristezas
y él arrebata las pasiones,
el mar guarda los secretos
y tú los sinsabores”.
Nací a los
pies del mar, sangre salada llevo en mis venas, y un corazón azul que a veces a
hombres encadena, pero la verdad es: que sólo al mar doy mi vida entera.
Anoche
las gotas golpearon mi ventana, sacudió el viento las paredes del recuerdo, llovió
sobre mi lecho desolado, murmuró el sonido del agua, se enfrío mi cuerpo cristalizado
y me desvelaron los pasos de la
ausencia.
Una rosa sueña con la
compañía de las abejas, pero ninguna aparece: El sol pregunta: - ¿no estás
cansada de esperar? - . –Sí – Responde la rosa
- , pero si cierro mis pétalos me marchito. (Del manuscrito encontrado en Accra – Paulo Coelho)
Hay momentos en que la
espera marca cada pétalo de la rosa, las estaciones van haciendo cambios, el
amor estuvo y marchó, o quizás jamás se le ha visto rondar por los jardines de
ella. Pero si uno anda en busca del amor, él se esfuma cual caballero veloz por
las tierras lejanas del desamor. A veces dar exceso de amor a quien no lo
siente con la intensidad de un poema, hace que la otra persona espere la misma
dosis. Pues no es así, en el amor ambos protagonistas ponen su cuota, y la
balanza a veces jamás llega a equilibrarse, porque uno siempre va dar más, y
aquel mismo se va a marchitar esperando que la retribución sea de la misma manera.
Entonces: qué le digo a ese
amor que habita en el ser:que aprenda a vivir de los momentos y a beber el agua
de la fuente ahora, que todo se agota, que todo fluye río abajo. Que no amarre,
que no traiga cadenas. En la medida que el amor se siente libre, hace que no pesen
las alas. Porque imponer un amor, porque obligar al corazón a que desmaye antes
los pies, sólo para sentir que se tiene algo seguro. Eso es esclavizar el alma
libre.
Dejad volar el amor cual ave
emigra en busca del abrigo y permanecerá apacible. Y no lloréis sobre el amor
que no existe, no os canséis de esperar, no exijáis. Permaneced en el jardín cuidando
que no se quemen las raíces…ya vendrá el tiempo en que la rosa abrazará con fuerzas perfumando el corazón
del ser amado.
“Ceori”
Por lo tanto, incluso cuando
el amor no aparece, continuemos abiertos a su presencia (Del manuscrito encontrado en Accra – Paulo Coelho).
No quería
volver allí, donde mi mar se había
arrebatado, le había tomado una cierta distancia, pero la nochey la luna se hicieron cómplices para espantar
los miedos y hacer brillarnuevamente
mis pececitos de plata. Brillaban también mis ojos al verte tan serena, tu
espuma ahora era, como caricia ligera, mientras los faroles de mi playa se
mezclaban con losreflejos de luna.
Era una
noche fría donde tanto te extrañaba, que el viento helado me encontró, buscando
tus huellas tibias, y susurró palabras a mi oído, que me llenaron de magia. Me
hubiese quedado ahí, petrificada, ensimismada en mis recuerdos mientras la luna
alumbraba, pero mi cabeza un poco
confundida quería llegar al calor de nuestra casa.
Allí, en
esa soledad llena de silencios que hablan, cerré mis ojos y besé tu cara. Tomé
la pluma que ya llevaba bastante tiempo guardada y dibujé tu cuerpo para que me
abrazaras. Ya no había tempestad, llegaba por fin la calma, poco a poco en ese
abrazo, mis dolores se marchaban, al mismo tiempo que al abrir mis ojos tu
silueta se esfumaba. Alcancé a quedarme con el sabor de tus besos y con las caricias suaves que dormida me
dabas.
Nuevamente
yacía en el sigilo de la noche, con tu imagen traspasando el pensamiento y la
luna titilaba como mil estrellas alborotadas. ¡Ay! eran los latidos de mi
corazón que se aceleraban, al tratar de saber si era real o un sueño que me
fundí en tu almohada…
Tan fría
estaba la noche, tan serena la luna, tan quieto el mar y tan nítido tu
recuerdo.
Afuera el
viento azota fuerte, el mar ruge estruendosamente, mis paredes crujen con el
sol, en contraste con el frío que se cuela por las rendijas de mi alma, mis
recuerdos danzan en mi mente., y te imagino marinero: viajero, ligero, cual pluma se eleva al pensamiento.
Con un soplo de viento, con el canto del mar, con
las aves que vuelan, con un frío rozar. Con las plumas contentas, vuelvo a mi
lugar, a besaros con los versos a quien me permita dar.
puerto una pausa quieta, muda y ensimismada brotaba dulces
tonadas en su boca”.
Al mar mis vuelos bajos
y también en las alturas donde al caer una tarde no duela en el agua con la suavidad de la
espuma.
“Como el grito que retumba en mis azules montañas, como
tu sol que me abraza en mi invernadero, como el amor que siento y en tu pecho
me estrello,¡alas de poeta que persiguen un sueño!…”
“Sabe el pájaro herido, y sabe una gaviota en
su vuelo, que tanto te amo, que hasta escucho el latir de tu corazón inquieto.”
“Así…huella de amor te
anclaste en mis sigilos nocturnos, despertando a la pluma hicimos nuevos
mares profundos”
“Mientras tanto… sigo
caminando por la arena de mis playas, contigo en cada verso y pegado a las
entrañas de mi pluma que te amarra”
Que haría
yo sin los hombres, que me tienen enamorá, sería como quitarle, la chicha y la
empaná. En septiembre andan buscando, salir a regar a las flores, y yo les digo
señores jardines muchos hay, pero una rosa hermosa, solo un afortunado la cortará.
Venga pa’
ca mijito lindo
arrimarse pa’ mi lao
que yo no muerdo na
sólo pellizco el bocao.
De repente coqueteo
con un ojo bien cerrao
y le meneo el vestío
pa’ ver si salta la liebre, miré que por aquí, no pasan ni los trenes.
De ti me aferraré.., ¡oh estación
de renaceres!, beberé de tu néctar, de los dulces placeres, de la boca que
sueña sentir tus labios dormidos; en ti
recorreré, los tonos ambarinos, me llenaré del perfume de tus flores, danzaré
una fiesta tricolor, soltaré el suspiro que escondo en mi jardín de amores secretos, y me detendré a contemplar
la belleza de tus amaneceres.
Horas más largas, para pasearme
contigo, de la mano y con el viento, ¡amor
como testigo!, en los llanos, en la costa y en un viaje sin destino, de ti me
aferraré sin esconder el tiempo ambiguo, sin mirar atrás, dejaré los recuerdos en el
olvido y me sumaré a tu marcha de fugaces pensamientos, seremos dos locos jugando
a volar cometas, juntos sin temerle a lo
desconocido. Sólo la luna y el sol serán testigos, de este sueño… ah!! sueño de locura y amor que quiero vivir
contigo.
Y en las pausas que
iremos haciendo, comeremos los
frutos prohibidos de ese huerto que sembramos, les veremos caer en nuestras manos y nos saciaremos de su almíbar hasta caer embriagados. Desde el
bosque que cruje con su hojarasca molida, miraremos los cerros verdes como en
antaño, correremos tras las huellas que otros han dejado y seguiremos hasta la
cumbre hasta alcanzar un milagro.
Septiembre huele a romance de
eterna primavera, por ella inventaré mil sendas de poemas, con la tinta colorida
y sin sombras en mis hojas. Septiembre me
da luz, ahuyenta la congoja, me despierta con ganas, me da un hálito de vida, y en él soplaré mis
versos que se irán como estampida, a
clavarse en las almas que les den su
acogida.