Hoy la
escarcha cubre el pasto de mis sendas, el bosque llora gotas de rocío, el sol
asoma y luce las sombras de la luna, parece una primavera húmeda en pleno
otoño, parece un espejo azul que se vuelca en mis cabellos negros. Camino por
mis calles llenas de estudiantes que van recién despertando a otra jornada de
escuela. Los perros ladran provocando el bullicio de un pueblo que a veces se
escucha dormido. Y el mar hace rato que anda sigiloso, como si se estuviera
callando el rugir de las olas y el
cascabel de las piedras.
El café
me acompaña como todos los días, abriga mis manos frías y de a poco el calor va
entrando en mi cuerpo. Ya llevo rato que ando de carreras, pero hoy, justamente
hoy quiero detenerme a disfrutar ese sabor dulce de la vida, quiero acariciar
con la voz a mis amigos, quiero dar las gracias por cada palabra que me
devuelven. Porque no hay mejor música que la dicha, no hay mejor motor que los
latidos emocionados, no hay mejor premio que abrir los ojos a un nuevo día.
“Ceori”
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Vivian Ceori