El hada
azul cumple los sueños, así como pinocho dejó de ser de madera y se convirtió
en un niño de carne y hueso. Así es la
magia que está en los cuentos y en el mundo de las hadas azules, nos permite vivir y fantasear.
Sin embargo
la vida es más complicada que los cuentos, a veces los dolores, tristezas, fracasos
y pérdidas nos dan un golpe bajo, pero la gran escuela de la suma de
experiencias nos ha enseñado que eso no dura para siempre.
Imaginé un
hada desde mis 6 años, la pinté azul en
honor al mar, maquillé sus mejillas con el
azul del cielo y hasta en el
ocaso pintaba… bordeando el horizonte azul, entre esas olas bravas junto a mi isla
solitaria. Ah!! y
antes de caer la noche…, azul se teñían
mis ojos de aquella inefable melancolía que penetraba a mi alma.
Azul era
la mañana que me despertaba en la calidez de un verano y los reflejos de aquel cuadro maravilloso se veían en las
pozas que los vecinos dejaban al regar sus antejardines.
Azul era
la mirada que alimentaba la esperanza y de azul se tiñó la sangre de mis venas dejando
cada hoja de este libro manchada.
Azules las lágrimas y las emociones contenidas en un
gran baúl azul profundo, tan intenso que hasta el cielo estrellado en él se
bañaba.
Hasta las
flores azules para mí solamente posaban
y que decir de las mariposas que galas azules sacaban.
Azul!!
Azul!!... mi delirio que me permitió estirar las alas y azul hasta la dulzura
que de mis labios emanaban.
Y cree un hada
azul, para que nadie me lastimara, a ella le debo mi pluma, a ella le confieso
mi rabia y me envuelve en un abrazo azul donde cada noche mi corazón con ella se
calma.
Vivian Ceori ©®
Imagen: Web